jueves, 18 de marzo de 2010

Viento


[Algo que escribí hace un par de días]

El viento sopla y me susurra cosas que no entiendo.

Muy poca gente se detiene a escuchar al viento, pero él es realmente bondadoso.

Es como un niño pequeño, y, a veces, se pone celoso.

La mayoría de las personas prestan casi toda su atención al suelo, sobre todo cuando están tristes.

Las personas tristes buscan consuelo en el suelo, pero es el viento el que, en realidad, les persigue con la intención de animarles.

Él es el que balancea las hojas de los árboles, que se mueven gráciles y, si las contemplas, podrían confundirse fácilmente con las hadas de los árboles revoloteando por toda su copa.

Cuando las ves, es casi imposible no sonreír.

Pero, cuando no se le hace caso, el viento se enfada, y en respuesta, alborota tu pelo, te despeina, y, a veces, incluso no te deja ver. No hay que tenérselo en cuenta, es sólo una rabieta de niño, porque el alma del viento es tan pura como el mismísimo agua.

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