domingo, 21 de marzo de 2010

El sol

El aire viciado y sucio te recuerda que estás respirando tus propios amargos suspiros.
Las rejas cada vez se tornan más gruesas, pero aun así, tu las sigues observando desde tu pútrido rincón en el suelo.
De vez en cuando te da la luz en la cara, pero no debes olvidarte, no debes perderte en tus sueños.
Sueños provocados por el sol y que devuelven la vida a ese estado de catatonia sumisa en el que que encuentras inmerso.

La sumisión es una forma de humillación que deforma al ser y lo apaga, como a un cielo sin estrellas durante un eclipse lunar.

Te prometen la oscuridad. Quieres creer que el sol saldrá, que el aire se volverá fresco.

Ellos continúan susurrándote..."no saldrá...no mereces ver el sol..."

Gritas, te revelas, pero sigues dentro de aquel asqueroso lugar, el odio florece en ti, prolifera como lo hacen la malas hierbas, arruinando un campo de rosas.

Odias cada piedra, cada mota de polvo perteneciente a esa prisión.

La rebelión inútil solo trae dolor, dolor impío.

Te callas, te abrazas y te consuelas, en silencio, siempre observando la ventana y esperando ver, aunque sea de lejos, el sol.

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