viernes, 19 de marzo de 2010

Horas


[Algo que escribí un noche en la que en mi cabeza sólo estaba él]

Son las 12:07 de la noche y acabas de colgar.

Estoy en la cama con un Te Quiero de tus labios, ese que siempre evoca mis mejores sueños y ese que, afortunadamente para mi, aleja mis pesadillas.

Otro día más amor, otro día menos. No voy a dejar de contar hacia atrás hasta que el tiempo se detenga por sí solo cuando tus labios sean míos, esos labios que cada noche me dedican un Te Quiero.

Son muchos lo que clasifican al amor como finito, y, al tiempo como infinito, quizás, mis ideales estén configurados al revés que los del resto, eso explicaría la poca afinidad que poseo, no exagero, si digo, con la mayoría de los, por cuestiones puramente biológicas, considerados iguales a mi, pero yo lo concibo al revés, pues el amor, y hablo del sentimiento puros, ese que no coge en esas cinco insignificantes letras, es una constante y, además, infinita, pues siempre se puede aumentar y, el tiempo, es finito, pues sólo contamos los segundos cuando no hemos alcanzado aquellas cinco letras que antes mencioné, después, simplemente se detiene o, más bien, y no miento cuando digo que esta expresión me gusta mucho más, deja de existir, y los cuerpos pasan a medir los intervalos de un espacio a otro en besos, suspiros y caricias.

Así, surge la transformación que nos lleva de “Me desperté a las 7 de la mañana” a “Me desperté con un beso”.

Es por eso por lo que no me importa acostarme tan temprano, las 12 de la noche son para mi las 8 de la tarde de cualquier mortal, porque así puedo tachar 7 horas de golpe de la lista que lleva la cuenta atrás hacia tus labios y, por consiguiente hacia tus Te Quieros en vivo y en directo.

Buenas noches amor.

Te Quiero

Pd: No olvides tachar las 7 horas que pasaré soñando contigo, no valla a ser que después no nos salgan las cuentas.

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