sábado, 27 de marzo de 2010

La dama de Shalott


Teje noche y día
una tela mágica de alegres colores.
Ha oído un susurro,
sobre ella caerá una maldición
si contempla Camelot.

Desconoce cuál puede ser la maldición,
y teje, pues sin parar,
sin preocuparse de nada más,
la dama de Shalott.

Y al pasar ante un diáfano espejo
que todo el año pende ante ella,
aparecen sombras del mundo.
Allí vive el camino
que serpentea hasta Camelot...

Pero se complace aún en tejer
en su tela las mágicas imágenes del espejo,
pues a menudo en las silenciosas noches
un funeral, con penachos y luces
y música, se dirigía a Camelot;
o cuando la luna lucía en el cielo,
llegaban dos jóvenes amantes recién casados.
'Estoy cansada de sombras',decía
la dama de Shalott.

Y río abajo en la oscuridad, como un audaz vidente en trance
viendo su propia desdicha:
con semblante como el cristal
contempló Camelot.
Y al ocaso
se desprendió de la cadena y yació;
las aguas del ancho cauce arrastraron de allí
a la dama de Shalott.

La dama de Shalott. Lord Alfred Tennyson.

A veces, saber cuan fatídicas serán las consecuencias no es suficiente para doblegar al espíritu, que como el gua, acaba siguiendo su curso natural.
Hay personas que nacen libres y aunque mueran, morirán libres.

jueves, 25 de marzo de 2010

El árbol Gaia



Son muy pocos los que conocen la historia de este viejo árbol, son muy pocos los que saben donde está.

Según cuentan, el árbol Gaia goza de tal majestuosidad que sobrecoge a cualquiera que se pose frente a él.

Algunas tribus, las que gozan de la tradición más antigua, cuentan que este magnífico árbol ya era viejo cuando el hombre comenzaba a poblar la tierra.

Sus frutos, de un azul intenso, poseen el sabor más fabuloso jamás probado, sus hojas purpúreas son fuente de muchos medicamentos y rituales llevados a cabo por los chamanes instruidos en la tradición más ancestral.

Durante milenios el árbol fue guardado y cuidado pero llegó un día en que la tribu del agua decidió apoderase de él, pero como era demasiado grande para llevárselo y esconderlo, decidieron recolectar gran parte de sus frutos todas las semanas.

Hacían cuencos con las semillas, comenzaron a fabricar multitud de cosas únicamente con la madera de aquel preciado árbol, olvidando las antiguas técnicas que no lo dañaban, poco a poco, sus costumbres e incluso su dieta giraban alrededor de ese maravilloso árbol, únicamente de el, tanto fue así, que se olvidaron de la existencia del propio árbol, y en él sólo veían bonitos utensilios, deliciosa comida, resistentes ropajes con sus hojas…

El jefe de la tribu de la piedra reunió al resto de tribus e hicieron un balance de los daños que la tribu del agua estaba causando a Gaia…las predicciones eran espantosas, el árbol estaba comenzando a enfermar, si moría, todas las tribus, incluida la del agua, moriría, porque precisaban de ese árbol para sobrevivir.

Tras una unánime decisión, tomaron el camino hacia las tierras de la tribu del agua, querían hacerles ver que si seguían así Gaia moriría y con ella el resto de seres, querían enseñarles formas de curar al árbol y formas de sobrevivir únicamente cogiendo una mínima parte de la planta, como hacían el resto de tribus.

Tras arrojar a la hoguera todas las ideas que el jefe de la tribu de la piedra había ofrecido, Homu, así era como se llamaba el jefe de la tribu del agua, se burlo de todos y dijo que eso de lo que le estaban hablando eran todo exageraciones…el resto de las tribus, sabiendo que no podían comenzar una guerra contra la del agua se fueron rendidos y decidieron ayudar por su cuenta al árbol.

Hoy en día, Gaia se muere ¿Qué harías tú para convencer a la tribu del agua?

martes, 23 de marzo de 2010

Barro



La muerte es un olor que difícilmente se olvida, mas aun la muerte violenta.

Sangre, sudor, lágrimas, barro…toda una compilación de sufrimiento.

El miedo está a la orden del día, el miedo más primitivo, nadie quiere ser asesinado.

Todo comienza muy rápido, los golpes se suceden uno tras otro haciendo un ruido sordo, desencadenante de multitud de hemorragias internas, eres consciente de cómo tus tejidos se machacan en ese doloroso instante. Pero tu no estas ahí, tu intelecto se centra únicamente en los puntos débiles de tu oponente, u oponente, pues nunca estás segura de cuántos son, ha de ser un golpe certero y preciso, uno tras otro, tienes que reservar energías, no son los únicos en ese bando, no hay cabida para el cansancio, no existe.

Acompañando los golpes, los alaridos de dolor, los llantos, se suceden, casi te llegan los sonidos de los huesos al machacarse, los tendones y músculos, profieren un quejido, casi como un llanto, un chirrido al partirse, cual cuerdas de una guitarra.

Tienes que darte prisa, mientras haya gritos, hay vida. El cuerpo, entumecido, se mueve cual autómata.

Matar, matar, matar, desesperadamente.

La sangre brota, la ira fluye, la rabia lo culmina tono, no existen las palabras, sólo gruñidos guturales que animalizan al ser.

Sangre, la boca te sabe a sangre, quizás la tuya, quizás la de tu adversario, que finalmente, cae muerto sobre ti.

Con un esfuerzo por alejar el llanto, empujas al cadáver a un lado e intentas incorporarte. Te das cuenta de que hay barro, pero no llueve, es barro creado por el sudor y la sangre.

A tu alrededor, la Muerte actúa por doquier, tocando con su mano a los contrincantes enfebrecidos.

Un golpe seco, un crujido.

Tu tibia rasga la carne y sale al exterior, te desplomas y pruebas aquel barro sanguinolento, producto del odio, con tus labios.

Otro golpe seco. El dolor desaparece.

Llueve.

El agua refresca las heridas y el alma, limpia el barro. Han cesado los alaridos y gruñidos, la Muerte se ha llevado sus almas, se ha olvidado de ti.

Luchas, esta vez, contra el agotamiento, escupes y te giras.

El agua cae sobre tu cara, huele a muerte.

La vida duele. La muerte es para los débiles.

domingo, 21 de marzo de 2010

El sol

El aire viciado y sucio te recuerda que estás respirando tus propios amargos suspiros.
Las rejas cada vez se tornan más gruesas, pero aun así, tu las sigues observando desde tu pútrido rincón en el suelo.
De vez en cuando te da la luz en la cara, pero no debes olvidarte, no debes perderte en tus sueños.
Sueños provocados por el sol y que devuelven la vida a ese estado de catatonia sumisa en el que que encuentras inmerso.

La sumisión es una forma de humillación que deforma al ser y lo apaga, como a un cielo sin estrellas durante un eclipse lunar.

Te prometen la oscuridad. Quieres creer que el sol saldrá, que el aire se volverá fresco.

Ellos continúan susurrándote..."no saldrá...no mereces ver el sol..."

Gritas, te revelas, pero sigues dentro de aquel asqueroso lugar, el odio florece en ti, prolifera como lo hacen la malas hierbas, arruinando un campo de rosas.

Odias cada piedra, cada mota de polvo perteneciente a esa prisión.

La rebelión inútil solo trae dolor, dolor impío.

Te callas, te abrazas y te consuelas, en silencio, siempre observando la ventana y esperando ver, aunque sea de lejos, el sol.

La rosa de la batalla


[Pequeña historia de una batalla acabada en sacrificio, por amor, por supuesto]

Rosa de todas las rosas,¡la rosa del mundo!
Llegaste donde se arrojan las mareas turbias
contra los muelles del dolor, y oíste sonar
la campana que nos llama; dulce y lejana.
La belleza entristecida por su eternidad
te hizo nuestra y de la túrbida cana mar.
Nuestras grandes naves esperan arriando velas,
pues Dios las insta a compartir igual estrella;
y cuando al fin, derrotadas en sus batallas,
se hundan bajo las mismas estelas blancas,
dejaremos de escuchar el débil lamento
de nuestro triste corazón, vivo si no muerto.

W.B.Yeats




sábado, 20 de marzo de 2010

Las cosas en su sitio



"Tus hijos no son tus hijos, son los hijos y las hijas de la vida por sí misma. Llegan a través de ti, pero no vienen de ti. y aunque estén contigo, no te pertenecen. Puedes albergar sus cuerpos, pero no sus almas, porque sus almas habitan en la casa del mañana, un lugar al que solo podrás ir en tus sueños.
Puedes intentar ser como ellos pero no intentes que ellos se parezcan a ti."

Vida solo hay una y los más pequeños no deberían confundirse como una oportunidad más para recuperar glorias pasadas. Si el tren pasó pasó.

Inmortalidad



Y cuando el último hombre de la tierra echó el último montón de arena sobre el último cadáver, se limpio el sudor y mirando al sol supo que era inmortal, pues la muerte vive en los ojos de los que viven.

viernes, 19 de marzo de 2010

Horas


[Algo que escribí un noche en la que en mi cabeza sólo estaba él]

Son las 12:07 de la noche y acabas de colgar.

Estoy en la cama con un Te Quiero de tus labios, ese que siempre evoca mis mejores sueños y ese que, afortunadamente para mi, aleja mis pesadillas.

Otro día más amor, otro día menos. No voy a dejar de contar hacia atrás hasta que el tiempo se detenga por sí solo cuando tus labios sean míos, esos labios que cada noche me dedican un Te Quiero.

Son muchos lo que clasifican al amor como finito, y, al tiempo como infinito, quizás, mis ideales estén configurados al revés que los del resto, eso explicaría la poca afinidad que poseo, no exagero, si digo, con la mayoría de los, por cuestiones puramente biológicas, considerados iguales a mi, pero yo lo concibo al revés, pues el amor, y hablo del sentimiento puros, ese que no coge en esas cinco insignificantes letras, es una constante y, además, infinita, pues siempre se puede aumentar y, el tiempo, es finito, pues sólo contamos los segundos cuando no hemos alcanzado aquellas cinco letras que antes mencioné, después, simplemente se detiene o, más bien, y no miento cuando digo que esta expresión me gusta mucho más, deja de existir, y los cuerpos pasan a medir los intervalos de un espacio a otro en besos, suspiros y caricias.

Así, surge la transformación que nos lleva de “Me desperté a las 7 de la mañana” a “Me desperté con un beso”.

Es por eso por lo que no me importa acostarme tan temprano, las 12 de la noche son para mi las 8 de la tarde de cualquier mortal, porque así puedo tachar 7 horas de golpe de la lista que lleva la cuenta atrás hacia tus labios y, por consiguiente hacia tus Te Quieros en vivo y en directo.

Buenas noches amor.

Te Quiero

Pd: No olvides tachar las 7 horas que pasaré soñando contigo, no valla a ser que después no nos salgan las cuentas.

jueves, 18 de marzo de 2010

Crack

[Algo que escribí una tarde muy oscura]

La rabia se desata, el llanto te ahoga.

Lloras.

Lloras.

Pero, shhhh, no han de oírte llorar o volverán.

No puedes huir, no puedes quedarte, tan solo puedes sufrir, en silencio.

La espalda te arde casi tanto como tus ojos teñidos de incandescente rojo.

Sientes como una porción de ti muere.

Ahora eres menos tú, el llanto te ha carcomido como el mar a la roca.

Duele.

Tengo frío.

He aprendido con cuanta rabia has de empujar a alguien para partir un cristal.

Viento


[Algo que escribí hace un par de días]

El viento sopla y me susurra cosas que no entiendo.

Muy poca gente se detiene a escuchar al viento, pero él es realmente bondadoso.

Es como un niño pequeño, y, a veces, se pone celoso.

La mayoría de las personas prestan casi toda su atención al suelo, sobre todo cuando están tristes.

Las personas tristes buscan consuelo en el suelo, pero es el viento el que, en realidad, les persigue con la intención de animarles.

Él es el que balancea las hojas de los árboles, que se mueven gráciles y, si las contemplas, podrían confundirse fácilmente con las hadas de los árboles revoloteando por toda su copa.

Cuando las ves, es casi imposible no sonreír.

Pero, cuando no se le hace caso, el viento se enfada, y en respuesta, alborota tu pelo, te despeina, y, a veces, incluso no te deja ver. No hay que tenérselo en cuenta, es sólo una rabieta de niño, porque el alma del viento es tan pura como el mismísimo agua.

Precognición


[Algo que escribí hace tiempo]

Increíble pero me estoy empezando a temer que muy cierta.

Igual no es tan extraordinario y, quizás, debería preguntar, puede que me lleve una sorpresa y resulte se un secreto a voces o…. Puede y, probablemente sea lo más plausible, que me echen una mirada de esas que dicen: “chica, ¿de que universo paralelo has salido?”

Es mejor estarse callada. Siempre es mejor eso.

Volviendo al tema principal, ¿cómo...?, o sea, que yo sepa no tengo ningún control sobre ello, desde pequeñina, y cuando fui más consciente lo atribuía todo a la simple y fortuita casualidad.

Siempre sigue el mismo patrón, siempre la misma sensación (únicamente variable en pequeños y casi imperceptibles matices que supongo, varían según el caso) siempre esa férrea certeza, siempre. Aún así la duda sigue y como siempre vence, simplemente no puedo creérmelo.

Tampoco es que quiera fiarme y entregarme ciegamente a ellas, también podrían equivocarse… creo. (Aunque ciertamente jamás lo han hecho, pero nunca hay que descartar la posibilidad por muy remota que sea).

Pero, ¿por qué nunca les hago caso?, quizás, sea porque no me las creo, o simplemente porque no quiero creérmelas, total, sin control alguno, su utilidad se ve reducida al mínimo.

Si considerase la posibilidad de considerarlas (valga la redundante redundancia), quizás, existiría la oportunidad de control, entonces, y solo entonces, les prestaría más atención ahorrándome así esos horribles dolores de cabeza que aparecen cuando ignoro y actúo en contra de esa “certeza fantasmal que al final siempre resulta cumplida y que me da con un canto en las narices sonriéndome con un, siempre acompañado de eco, te lo dije”.

Sería un extra, un pequeño empujoncito en este mundo tan complicado, siempre se reacciona mejor cuando sabes, si es que se puede aplicar ese verbo en esta ocasión, de antemano lo que te avecina, pero hasta entonces, hasta que se suceda esa posible consideración por mi parte, es más fácil pensar que seguramente desvaríe un poco.