martes, 23 de marzo de 2010

Barro



La muerte es un olor que difícilmente se olvida, mas aun la muerte violenta.

Sangre, sudor, lágrimas, barro…toda una compilación de sufrimiento.

El miedo está a la orden del día, el miedo más primitivo, nadie quiere ser asesinado.

Todo comienza muy rápido, los golpes se suceden uno tras otro haciendo un ruido sordo, desencadenante de multitud de hemorragias internas, eres consciente de cómo tus tejidos se machacan en ese doloroso instante. Pero tu no estas ahí, tu intelecto se centra únicamente en los puntos débiles de tu oponente, u oponente, pues nunca estás segura de cuántos son, ha de ser un golpe certero y preciso, uno tras otro, tienes que reservar energías, no son los únicos en ese bando, no hay cabida para el cansancio, no existe.

Acompañando los golpes, los alaridos de dolor, los llantos, se suceden, casi te llegan los sonidos de los huesos al machacarse, los tendones y músculos, profieren un quejido, casi como un llanto, un chirrido al partirse, cual cuerdas de una guitarra.

Tienes que darte prisa, mientras haya gritos, hay vida. El cuerpo, entumecido, se mueve cual autómata.

Matar, matar, matar, desesperadamente.

La sangre brota, la ira fluye, la rabia lo culmina tono, no existen las palabras, sólo gruñidos guturales que animalizan al ser.

Sangre, la boca te sabe a sangre, quizás la tuya, quizás la de tu adversario, que finalmente, cae muerto sobre ti.

Con un esfuerzo por alejar el llanto, empujas al cadáver a un lado e intentas incorporarte. Te das cuenta de que hay barro, pero no llueve, es barro creado por el sudor y la sangre.

A tu alrededor, la Muerte actúa por doquier, tocando con su mano a los contrincantes enfebrecidos.

Un golpe seco, un crujido.

Tu tibia rasga la carne y sale al exterior, te desplomas y pruebas aquel barro sanguinolento, producto del odio, con tus labios.

Otro golpe seco. El dolor desaparece.

Llueve.

El agua refresca las heridas y el alma, limpia el barro. Han cesado los alaridos y gruñidos, la Muerte se ha llevado sus almas, se ha olvidado de ti.

Luchas, esta vez, contra el agotamiento, escupes y te giras.

El agua cae sobre tu cara, huele a muerte.

La vida duele. La muerte es para los débiles.

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